Y así nace el colorete para recrear el rubor sin necesidad de todas las cosas que lo crean de forma natural. El colorete se convierte en un éxito y se usa en las áreas de la cara en las que veríamos el rubor si estuviéramos en la calle con el frío dándonos en la cara.
Pero, como todo en la vida, el colorete evoluciona, y en algún punto de los 80 empieza a usarse a modo de contorneado. En esa época era muy habitual usar todo el maquillaje, es decir, sombra, colorete y labial, del mismo tono, así que el colorete se usa para dar dureza a la cara en lugar de todo lo contrario, para lo que en un principio fue creado.
A principios de los 2000, sin embargo, el colorete fue reemplazado por los polvos de sol, y en lugar de recrear el frío en la cara, lo que se buscaba era todo lo contrario, recrear el efecto del sol sobre nuestro rostro, así que en lugar de un tono rosado sobre las mejillas, lo que se empezó a usar fue un toque de polvos de sol en lo más alto de las mejillas, en la frente y en la nariz.
No mucho después de aquello volvió el contorneado, pero al menos esta vez volvió en forma de maquillaje orientado para eso en concreto, con lo que ya no teníamos que elegir entre colorete o contorneado y podíamos permitirnos el lujo de traer de vuelta el rubor a nuestras vidas.
Pero eso sí, después de tantas vueltas, empezamos a preguntarnos cuál era el fin real del colorete y cómo deberíamos usarlo... ¿debería sonreír y aplicarlo en las manzanitas?, ¿debería aplicarlo bajo las mejillas o por encima?, ¿para mi tono de piel me va bien el anaranjado, el rosita, el más amarronado...?, ¿el colorete debe representar mi cara cuando me da frío... o mi cara cuando estoy acalorada?, ¿no resultara recargado si uso colorete en las mejillas, iluminador en la zona de debajo de los ojos y contorneado en el hueso de debajo de los pómulos?, ¿debería darme un toque de colorete por toda la cara con los restos de lo que acabo de usar en las mejillas cuando ya he terminado de aplicarlo...?
Dudas y más dudas.
El colorete es un gran desconocido pero puede ser nuestro mejor aliado si realmente sabemos hacer uso de él.
El maquillaje de la época que estamos viviendo ahora mismo se basa sobre todo en difuminar colores bastante marcados, es decir, en los 80 nos gustaba parecer la paleta de un pintor, en los 90-2000 nos gustaba que pareciera que no llevábamos nada más que un bonito bronceado... y ahora nos encantan los colores marcados, pero sin que se sepa muy bien dónde empiezan y dónde acaban en nuestra cara. Por eso hoy por hoy nuestras mejores aliadas son brochas que sean buenas para difuminar.
El colorete sirve para dar salud y buen tono a la cara realzando el pómulo, no nos pone más morenas, con lo que hay que aplicarlo exclusivamente en las mejillas, no darnos toquecitos por el resto de la cara cuando acabemos de aplicarlo, eso sería la función de los polvos de sol, cuya función sí que es aportarnos un tono un poquito más bronceado. El colorete debe tener bastante presencia, ya no queremos un toque sutil, pero eso sí, tampoco queremos líneas marcadas. Así que mi truco personal para aplicarlo es coger colorete con el costado de la brocha, no la punta, sonreír y aplicarlo como si acariciáramos la piel con la brocha, algo así:
En ningún caso aplicarlo en línea recta de la sien a la mejilla, que es básicamente como lo hacemos la mayoría. Así:
De esa forma conseguiremos un tono bastante marcado pero sin líneas fijas, que no se sepa dónde empieza y dónde acaba el tono del colorete.
Luego por supuesto hay maneras de aplicarlo según la forma de la cara de cada una, para disimular facciones y ese tipo de cosas, pero ése es un mundo infinito en el que ya entraremos otro día.
Espero que os haya servido de ayuda, ya sabéis... ¡a sacarle partido a vuestra cara con un toque de color!
Patricia
Flash and Make Up
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